domingo, 12 de abril de 2015

La indefensión aprendida y el TDAH.



Relativamente popular en las redes sociales es estos días es el término “indefensión aprendida”. En este artículo vamos a explicar exactamente de dónde surgió para posteriormente reflexionar cuál puede ser su relación con el TDAH.



Este término surgió a consecuencia de una serie de  experimentos con perros realizados por Martin Seligman y su compañero Steve Maier.  El experimento que, finalmente, lograría tener un reconocimiento en la comunidad científica fue el siguiente:



Martin Seligman

1ª parte del experimento:
Ambos investigadores crearon 3 grupos diferentes de perros a los que se les someterían  a las siguientes condiciones: 




  • El primer grupo de perros se colocaría sobre una plataforma de metal (de la que no podían escaparse) a la que se aplicaría una corriente eléctrica que sometería a descargas eléctricas a los animales. En este caso las corriente cesaría cuando los animales permaneciesen 5 segundos quietos. Con el tiempo los perros aprendían que si se quedaban quietos, las descargas finalizaban.
  • El segundo grupo de perros, éstos serían colocados sobre otra plataforma de metal al mismo tiempo que los otros perros y recibiendo las mismas descargas que ellos. La diferencia era que ellos no podían hacer nada para detener la corriente. Cuando la corriente se detenía, ellos no sabían a qué era debido.
  • Hubo además un tercer grupo de perros  que no habían sido sometidos a ninguna descarga previa. 


2ª parte del experimento:
Esta fase consistía en colocar a cada uno de los perros que había participado en el experimento dentro de una caja compartimentada en dos mitades; una mitad en la que el suelo era de metal y se podían aplicar descargas continuas y otra mitad, separada por una pequeña barrera, en la que el suelo estaba totalmente libre de corriente. Para evitar las descargas simplemente tenían que saltar la barrera. 

Los resultados fueron los siguientes:
Los perros del primer grupo empezaron a recibir descargas, en un principio se quedaron quietos durante 5 segundos esperando que cesaran. Tras varios intentos se dieron cuenta de que lo que habían aprendido no funcionaba y se decidieron a saltar la pequeña barrera de la caja.
La mayoría de los perros (2/3) pertenecientes al segundo grupo no intentó nada para evitar cesar la corriente y se resignaron a seguir recibiendo las descargas sin ser capaces de saltar la pequeña barrera que les separaba de la zona libre de descargas. Pero ¡Atención! Hemos dicho la mayoría, no todos, hubo 1/3 de los perros que a pesar del condicionamiento recibido sí que se decidió a saltar la barrera.
Todos los perros del tercer grupo, el cual no había sido sometido a ninguna descarga, saltaron la barrera sin ningún problema tal y como era esperado.

¿Qué había ocurrido? A los primeros perros se les había enseñado a afrontar las descargas quedándose quietos, dicha estrategia no era eficaz en la segunda parte del experimento, pero, al menos, sabían que podían hacer algo para evitar las descargas e intentaron otra cosa (saltar la barrera).  Al segundo grupo de perros se les había enseñado que nada de lo que hicieran serviría iba a ser útil para liberarse del dolor y después, aún pudiendo escapar fácilmente de las descargas, no lo hacían. Pero repetimos hubo un tercio de estos animales que sí lo hizo a pesar del condicionamiento al que habían sido expuestos.
Posteriormente Seligman y Maier trabajaron con los perros que habían aprendido a resignarse y los enseñaron a que podían saltar de un lado a otro de la barrera hasta que consiguieron hacerlo por propia iniciativa. Cuando lograban hacerlo la “curación” fue permanente en el 100% de los casos. También se dieron cuenta de que si enseñaban a los perros desde pequeños a hacer frente a las descargas, lo que llamaron inmunización, éstos eludían el sentimiento de impotencia de por vida y eran incluso capaces de transmitir esa información a otros. 

La indefensión aprendida y el TDAH. 

Cómo ya comentamos en el artículo dedicado a la frustración, no es raro que muchas personas con TDAH tengan un historial de aprendizaje de fracasos (o resultados no esperados) repetidos ya que el entorno en el que se desarrollaron no tuvo en cuenta sus peculiaridades (suspensos repetidos, relaciones entre iguales frustradas, accidentes continuos, etc…) y esto pudo hacerles creer que nada de lo que hicieran iba a servir para encajar en dicho entorno.  Con todo y con eso, hay casos en los que contra viento y marea y teniendo entornos absolutamente adversos un porcentaje de personas con TDAH han superado la adversidad al igual que aquellos perros que se resistieron a aprender que nada se podía hacer. Es lo que llamamos resiliencia.
Por otro lado, en el campo de la prevención/educación ¿Qué podemos hacer para lograr lo que Seligman y Maier denominaron inmunización? ¿Qué aprendizajes pueden servir para que las personas con TDAH aprendan que al menos hay algo que se pueda hacer ante la adversidad? ¿Cómo podemos infundir ese halo de esperanza que al menos tenían los perros del primer grupo? Está claro que tener al menos una experiencia de éxito temprana en algo va a ser la mejor vacuna contra la indefensión aprendida.
Y en el campo clínico/curativo ¿Cómo vamos a demostrar a esas personas a las que les ha podido la resignación y que viven a remolque que pueden al menos tratar de tomar las riendas de su vida? ¿Cómo les podemos hacer ver que la barrera para sentirse un poco más dueños de sus vidas es más baja de lo que creen? Está respuesta sea quizá complicada porque los seres humanos somos más complejos que los animales, pero está claro que eliminar la sensación aprendida de indefensión ante lo desconocido es el principio de una vida más plena y feliz.