sábado, 7 de febrero de 2015

¿Cómo convivir con la frustración y el TDAH?



Nos guste o no, la frustración es algo que nos acompaña durante nuestra vida y en el caso de las personas con TDAH, esto se multiplica por 3 (como mínimo). Es muy probable que la historia personal de una persona hiperactiva figuren momentos “frustrantes extras” en los que ha visto cómo no le invitaban a fiestas de cumpleaños (sin saber por qué); cómo después de esforzarse en aprobar los exámenes, los resultados no eran los esperados; e incluso cómo en la vida adulta era despedida (o no renovada) en muchos empleos… 


Pero ¿qué es la frustración? durante décadas este concepto fue estudiado como algo negativo, así nos encontramos con definiciones como la de Dollard (1939) “la frustración es una secuencia del comportamiento dirigida a la satisfacción de una necesidad, es una experiencia negativa, que provoca un aumento de tensión que sólo puede concretarse en una reacción agresiva.”  Por suerte la visión de la frustración como algo peyorativo fue quedando en desuso y surgieron definiciones que hablaban de ella no como algo negativo sino como algo que formaba parte de la naturaleza humana. Un buen ejemplo de ello puede ser la de Bonino (1982) “La frustración es algo humano y no se puede eliminar ésta está siempre presente pues el ser humano a pesar de sus fantasías de omnipotencia, es limitado y experimenta cada día el choque con la realidad.” Este “choque con la realidad” suele ser más frecuente en las personas con TDAH puesto que el nivel de exigencia al que están expuestas no suele tener en cuenta sus necesidades y particularidades y hay más experiencias en las que las expectativas (generalmente formuladas de manera erronea)  chocan con los resultados obtenidos.

La misma autora Silvia Bonino (1982) clasificaba las respuestas ante la frustración de tres maneras:

De forma agresiva: Es la acción más vistosa y la que más se relaciona con la frustración. Es una acción defensiva de nuestro propio yo cuando sentimos que hay un obstáculo que se interpone en nuestro camino. O dicho de otro modo, cuando lo que conseguimos no coincide con lo que esperábamos. Las reacciones agresivas pueden ser útiles cuando dejan lugar a una reacción más constructiva. O sea, nos enfadamos pero tratamos de buscar una solución. Pero cuando sólo se centran en defender nuestro yo a toda costa suponen un perjuicio para el desarrollo de la persona. Las personas con TDAH especialmente en el sexo masculino tienden a tener estas reacciones cargadas de resentimiento, dando lugar, en ocasiones,  a trastornos de la conducta como el llamado trastorno negativista desafiante.
 
De forma regresiva: Son las reacciones más graves ante la frustración ya que implican un retorno, temporal o permanente, a fases precedentes del desarrollo. Suponen una especie de resignación cuando de manera repetida, los resultados que obtenemos no son los esperados. En el fondo, las reacciones regresivas también suponen una función defensiva del yo, sólo que en este caso la frustración es demasiado fuerte y el yo demasiado débil. Muchas veces hay personas con TDAH  que tienden a retraerse y a pasar desapercibidas, desarrollando lo que se conoce como indefensión aprendida, lo cual puede tener consecuencias nefastas para su desarrollo a largo plazo.

De forma constructiva: Son las reacciones que se centran en superar aquello que nos frustra.  Si el obstáculo no puede ser eliminado o atenuado aparece lo que Lewin (1965) denominó el rodeo que quiere decir llegar a la meta por otros caminos. También se considera una respuesta constructiva cambiar la meta cuando el obstáculo no puede ser eliminado ni rodeado. En todo caso, las respuestas constructivas siempre se basan en una valoración lo más realista posible de la realidad de la situación frustrante.


Quizá en este tipo de respuestas se base el éxito de las personas que, a pesar del TDAH, han alcanzado una vida plena y exitosa. Aprender a ver la frustración como una oportunidad  en lugar de cómo una fuente de desgracias es clave para el desarrollo personal. Ahora bien, esto es muy fácil de decir, la cuestión es ¿Cómo aprender a generar respuestas constructivas a la frustración? En este sentido es básico un cambio en nuestra forma de pensar generando, por un lado, nuevas estrategias ante lo que nos sucede y, por otro, cambiando nuestras metas y expectativas. Estos procesos, a priori exigen cierta flexibilidad mental, la cual está alterada en el TDAH como ya vimos en el artículo dedicado a las funciones ejecutivas. No obstante se pueden desarrollar estrategias de manera consciente que ayuden a que nuestra mente cree unos hábitos sanos. En este sentido el Coaching es una metodología que nos da herramientas para facilitar este cambio en nuestra manera de pensar, siempre y cuando esté adaptado a las particularidades del TDAH, y pueda compensar los déficits en el sistema ejecutivo. Las herramientas más comunes son, tomando como base las capacidades personales, desarrollar estrategias de motivación y hábitos compensatorios de pensamiento, todo ello subyugado a un análisis consciente de nuestras metas y valores en la vida. Así, de esta manera, nuestras reacciones frente a las frustraciones cotidianas empezarán a volverse más constructivas y nuestras posibilidades de crecimiento personal aumentarán. No se trata de reducir la frustración sino de aprender a aprovecharla a nuestro favor.


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